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MI CAMINO, TU CAMINO, NUESTRO CAMINO
El camino puede ser difícil e incluso pensar que la meta es inalcanzable pero siempre estará ahí esperándote para que sientas la satisfacción de llegar a ella y atravesarla.
Parte del camino lo harás en soledad, siendo consciente de la dureza y del esfuerzo que supone, en otros tramos necesitaras un bastón donde apoyarte y ahí aparecerán los voluntarios, a veces solo necesitaras la luz de tu linterna porque el sol se habrá ido a iluminar a otros continentes, en ocasiones ansiarás agua para saciar tu sed o un caldo con pelotas preparado con amor por personas que ni siquiera conoces, saldrán a tu encuentro caminantes que acompañen la travesía e intercambiaréis conversación y momentos en los que reine el silencio, los motoristas se interesarán por cómo estas.
Cercano a la meta muchos desconocidos te alentarán con palabras de apoyo que te aportarán energía para no abandonar, un Ángel de la guarda saldrá a tu encuentro y te aliviará ofreciéndose a llevar tu mochila, ya en la alameda los coches y autobuses con corredores que ya llegaron a la meta y regresan alegres por el triunfo, te saludarán y pitarán animándote a continuar.
El último tramo de subida se hace interminable, hasta que llegas a la Gran via y a tus pies una alfombra verde te abre el camino hasta cruzar la meta, con lagrimas que rebosan sintiendo el placer de haberlo conseguido y se te impone la medalla por manos que ya en su momento cruzaron esta y otras metas, sabeedoras de lo que supone.
Esta medalla servirá de recordatorio cuando la propia vida se ponga difícil y sientas que no puedes más y ahí en la vitrina podrás regocijarte mirándola y recordando lo vivido y sintiendo nuevamente que se puede lograr todo lo que te propongas, tu ser más profundo volverá a derramar gratitud hacia todos los que habéis hecho posible que esto sea una realidad.